Las historias son más persuasivas que los hechos.
La falacia narrativa es un fenómeno psicológico que explica cómo los seres humanos, de manera inconsciente, intentamos crearnos historias para explicar los hechos ocurridos.
Este sesgo está descrito por Nassim Taleb en su libro El cisne negro y por D. Kahneman en Pensar rápido, pensar despacio.
El ser humano tiende a buscar el sentido de las cosas y situaciones. Creamos historias sencillas, simples y concretas, dejando a un lado los acontecimientos más abstractos.
Construimos el sentido de los acontecimientos una vez pasadas las cosas, en retrospectiva.
Por ejemplo, un día haces un examen con un bolígrafo concreto y te sale bien, a partir de ese día ese es tu bolígrafo de la suerte y crees que los exámenes te saldrán mejor si los haces con ese boli. Sin embargo, hay muchos otros factores que pueden explicar los resultados de tus exámenes.

Daniel Kahneman, ilustra en su libro pensar rápido pensar despacio la falacia narrativa recurriendo a la historia de los creadores de Google. Cuanta la historia de cómo dos estudiantes creativos del Departamento de Informática de la Universidad de Stanford idearon un sistema de búsqueda de información en internet y acabaron convirtiéndose en un gigante de la industria tecnológica. La forma de narrar subestima la forma en que la suerte determinó el resultado final.
“Ninguna historia del improbable éxito de Google podría someterse a esta prueba, puesto que ninguna historia puede incluir las miríadas de eventos que hubieran producido un resultado diferente.”

En este caso, solo tenemos en cuenta las cosas que han salido bien, y nos parece más sencillo de lo que realmente fue. Nos olvidamos de todos los emprendedores altamente preparados que comenzaron de la misma manera pero el desenlace fue totalmente diferente.
A nuestra mente no le gustan los sinsentidos. El hecho de que muchas de las cosas que nos pasan dependan de nuestras elecciones nos hace exagerar el papel de las aptitudes y subestimar la parte de suerte en los resultados.
Nuestra memoria también tiene parte de culpa.
Podemos definir la memoria como el proceso psicológico que sirve para codificar la información, almacenarla en nuestro cerebro y recuperarla cuando se necesita. Este proceso que a priori parece sencillo no lo es tanto, y esto hace que a la hora de recordar hechos pasados no lo hagamos de una manera objetiva.
En numerosos experimentos se ha comprobado como nuestra memoria episódica (los recuerdos de hechos sucedidos en el pasado) empeora de manera lineal con el paso del tiempo. Si los recuerdos están asociados con una emoción, serán más fácil de recordar.
Brown y Kulik utilizaron el termino memoria flashbulb (memoria fotográfica) para referirse a los acontecimientos que se recuerdan preservando todos los detalles. Son recuerdos asociados a un gran componente emocional. Las características con:
-Los recuerdos son más duraderos, concretos y vivos.
-La curva de olvido esta menos influida por el tiempo.
-Existe activación de la amígdala.
Otro tipo de distorsión de la memoria se ha visto en las personas que actúan como testigos en los juicios.
Loftus demostró con un experimento que era posible distorsionar el recuerdo de una persona cambiando solo la manera de hacerle las preguntas.
En el experimento participaron 45 estudiantes de la universidad de Washington.
Se mostró 7 trozos de un video en el que se veía la imagen de un accidente entre dos vehículos.
La variable que se manipuló fue la forma de preguntar ¿Cómo iban de rápido los coches cuando se …
Se utilizaron los verbos: Empotraron, colisionaron, golpearon, tocaron y rozaron.
Se comprobó como la forma de preguntar produjo un cambio en la velocidad estimada siendo de más a menos según los verbos descritos anteriormente.
Como vemos nuestra menoría es frágil y puede dejarse influir tanto por causas internas (emociones) como externas (forma de preguntar).
