Esto es agua, es el discurso que David Foster Wallace ofreció en la ceremonia de graduación de la universidad de Kenyon.
El discurso comienza con una pequeña historia de dos peces jóvenes que iban nadando y se encuentran con un pez más mayor en dirección contraria. El pez mayor les pregunta “Buenos días chicos, ¿cómo está el agua?.
Los dos peces siguen nadando hasta que uno le pregunta al otro: “¿Qué demonios es el agua?”

La idea principal es que las realidades más obvias e importantes son a menudo las que más nos cuesta ver o explicar.
El discurso incide en la importancia de ser crítico con nuestros pensamientos y creencias, ya que gran parte de las cosas de las que solemos estar automáticamente seguros, resultan ser completamente erróneas.
Pero quitarse ese automatismo al que estamos sometidos no es fácil, vamos forjando nuestro ego con nuestras experiencias y el paso del tiempo, y es a través de ese ego como interpretamos la “realidad”.
Suele ser más fácil perderse en los pensamientos propios que prestar atención a lo que está pasando delante de mi. Nuestro monologo interno es el protagonista.
Es importante estar despierto para elegir cómo construir “nuestra realidad “ con el sentido que le damos a las cosas.
Hay situaciones en nuestro día a día que son tediosas, que no tienen importancia, o podemos estar cabreados porque queremos llegar a casa y hay demasiados coches en la carretera, demasiadas personas en la cola del super, demasiados clientes a los que atender…
Todo mirado desde el yo, yo, yo… desde esa configuración automática e inconsciente de que soy el centro del mundo, mis necesidades y sentimientos son lo más importante.
Pero tal y como aconsejaba Wallace en su discurso, en esas situaciones podemos pensar que los demás tiene sus problemas, sus razones para comportarse así, sus frustraciones, sus necesidades. Y la elección de mirar de forma distinta a todas esas personas es solo nuestra, solo hay que cambiar la configuración por defecto.
Podemos decidir cómo vamos a intentar ver las cosas.
La liberta implica atención, conciencia, disciplina y esfuerzo. Implica ser capaz de preocuparnos por los demás. Y esa libertad consiste en que te enseñen a pensar.
“La mente es un siervo excelente pero un amo terrible” D.F. Wallace