¿Has intentado alguna vez no pensar en algo en concreto, como por ejemplo en un caballo morado? Lo más seguro es que al intentarlo, el caballo morado aparezca una y otra vez en tu cabeza.
Esta idea surge de una anécdota relatada por Tolstoi quien contó que su hermano le pidió no pensar en osos blancos para poder formar parte de su club. El pobre Tolstoi no lo consiguió y se quedo sentado en una esquina horas y horas. Cuanto más intentaba la supresión de pensamientos relacionadas con un oso blanco, más veces volvía su mente a visualizarlo.

Posteriormente fue Fiódor Dostoievski quien escribió sobre este tema en su obra “Notas de invierno sobre impresiones de verano”:
‘Trate de plantearse esta tarea: no piense en un oso polar, y verá que la cosa maldita le viene a la mente a cada minuto’.
Más tarde, esta idea se convirtió en la teoría del proceso irónico, que se refiere al proceso en el que al intentar suprimir los pensamientos, estos aparecen con más probabilidad.
En los años 80, el psicólogo social Daniel Wegner, basándose en la idea de Tolstoi llevó a cabo un experimento en la universidad de Harvard, para analizar el efecto de la supresión de los pensamientos.
Los resultados del experimento mostraron que el intentar suprimir los pensamiento es contraproducente ya que los pensamientos vuelven una y otra vez como recuerdos reprimidos.
Wegner lo llamó mecanismo de control mental irónico bimodal.
El experimento
En la primera fase del experimento, los participantes podían pensar en lo que quisieran menos en un oso blanco. Si lo hacían, tenían que tocar una campana. Al final observaron que los participantes habían tocado la campana constantemente.
En una segunda fase, se pidió a los participantes que escribieran sus pensamientos antes de irse a dormir. A la mitad se les dijo que no podían escribir los pensamientos relacionados con una persona que les gustase y a la otra mitad que se les instó a escribir sobre esa persona todo lo que quisieran.
Los sujetos que reprimieron el pensamiento sobre una persona en concreto soñaron con ella casi el doble de veces.
Con este experimento, Wegner descubrió que mientras una parte de su cerebro trabaja para mantener un pensamiento oculto, hay otra parte que verifica para asegurarse de que el pensamiento esté oculto, lo que luego hace que lo piense (de ahí la parte ‘irónica’ de la teoría).
La parte consciente de nuestro cerebro intenta bloquear pero la parte inconsciente devuelve este pensamiento vigilado a la parte consciente.
Como dejar de pensar en el oso blanco
–Piensa en otra cosa
Wegner descubrió que darle a alguien algo más en qué pensar lo ayudaba a evitar los pensamientos no deseados. Intenta distraerte con otros pensamientos.
–Reprogramar el pensamiento
Repítete varias veces: ‘No voy a pensar en eso durante esta mañana” “Mas tarde dedicaré tiempo a ese pensamiento.”
–Reducir la multitarea
Intenta no hacer mil cosas a la vez y reducirás tu carga mental.
–Auto-conócete para descubrir qué hay detrás de esos pensamientos.