En la utilización cotidiana normal, <yo> encarna el error primordial, una percepción errónea de quién eres, una sensación ilusoria de identidad. Esto es el ego.
Tenemos pensamientos de <mi> y <mío> para designar cosas que de algún modo forman parte del <yo>. Esto es identificarse con los objetos, lo que significa conferir a las cosas (y a los pensamientos que representa cosas) un sentido del yo, y así deducir de ellas una identidad.
Cuando <mi> juguete se rompe o me lo quitan hay un sufrimiento. No por el valor del juguete (el niño perderá interés por el pronto y lo cambiará por otro juguete) sino por la idea de <mío>. El juguete había llegado a formar parte del creciente sentido de <yo> del niño.
El niño crece y se identifica con un sexo, unas posesiones, con una nacionalidad, raza, religión, profesión…
Con papeles: madre, padre, marido, esposa, …
Con conocimiento acumulado, opiniones, lo que nos gusta o disgusta, cosas que <nos> ocurrieron.
Estas son solo algunas de las cosas de las que la gente obtiene su sensación de identidad. Esta noción mental es lo que normalmente indicamos cuando decimos <yo>.

Eckhart Tolle (Un nuevo mundo, ahora)