(Ideas sacadas del libro “por que nadie me lo dijo antes” ) de Julie Smith

Entender nuestro estado de ánimo no es nada sencillo.
Podemos llegar a creer que el tema de las emociones funciona como las matemáticas, en plan de uno más uno son dos. Pero nada más lejos de la realidad.
Un día nos levantamos de mal humor, tristes, y no sabemos por qué, …
- Puede que haya dormido menos de lo necesario
- Que ayer cenase más de la cuenta
- Que esté desidratada/o
- Que esté estresada/o por un trabajo pendiente
- Que este pesando en una discusión que tuve hace unos días.
En el estado de ánimo influye tu cuerpo, las relaciones que mantienes con los demás, tu estilo de vida, tus hábitos, lo que haces, lo que no haces lo que piensas…
Ya sabemos que a nuestro cerebro le gustan las certezas. Por eso intenta sacar conclusiones rápidas basándose en la información que tiene en un momento dado. Esa información la coge de los sentidos, del sistema nervioso del propio cuerpo (frecuencia cardiaca, respiración, presión arterial, estado hormonal), de lo que pensamos en ese momento…
Con toda esa información hace una sugerencia de lo que cree que está sucediendo y eso nos provoca un estado de ánimo. A veces un olor específico nos desencadena un estado de ánimo porque nuestro cerebro interpreta que estamos en casa de nuestros abuelos, o que estamos con una persona que lleva un perfume característico.
Nuestra capacidad para influir en las emociones es mucho mayor que lo que sospechamos, ya que este proceso es una carretera de ida y vuelta.


En el cuadro superior, adaptado del libro “el control de tu estado de ánimo de animo” de Greenberger y Padesky, se puede ver la interacción de los factores que crean nuestra experiencia.
Pensamientos: Hoy todo me sale mal, no valgo para nada
Emociones: Tristeza, desesperanza, frustración
Conducta: Grito a mis hijos, me aíslo en mi cuarto, procrastino
Sensaciones: Baja energía, ganas de llorar, ansiedad por lo dulce
Si cuando nos sentimos mal, en vez de quedarnos únicamente en la emoción, hacemos el esfuerzo de ver el círculo entero, tendremos la posibilidad de poder hacer pequeños cambios para encontrarnos mejor. No hablamos de un cambio milagroso, pero sí de pequeños pasos que pueden mejorar nuestro estado de ánimo.
Podemos pensar en nuestro cuerpo, como lo sentimos, donde notamos el molestar, puede ser en la boca del estómago, o en el cuello, o quizás estemos apretando la mandíbula demasiado
Ahora intenta relacionar lo físico con los pensamientos, ¿como te comportas cuando te sientes así?
Cuando tenemos ya los pensamientos y las conductas actuales, vamos a darle un giro de 180 grados y pensaremos qué emociones nos gustaría sentir y que pensamientos querríamos tener.
Reflexiona entre las diferencias de cómo te sientes y cómo te gustaría sentirte y que pequeños cambios puedes hacer en tu vida diaria.
Cuando nuestro ánimo es bajo, nuestro cerebro tiende a los atajos y por esos es más fácil caer en sesgos cognitivos.
- Sesgo de confirmación: Buscamos información que confirmen nuestras creencias : leeré las noticias más pesimistas y pensaré que el mundo es una mierda
- Egocentrismo: Tendemos a pensar que lo que hacemos nosotros es lo correcto y que los demás deberían pensar igual.
- Leer la mente: Hacemos conjeturas negativas sobre las personas a nuestro alrededor “Seguro que mi amiga hoy no me ha llamado por teléfono porque piensa que soy una pesada y no quiere quedar conmigo”.
- Sobregeneralización: Hoy en el desayuno se me ha caído el café, el día empieza mal y seguirá mal.
- Pensamiento dicotómico: Negro o blanco, no hay grises.
Consejos que te pueden ayudar
No eres tus pensamientos, así que cuando creas que puedes estar en un bucle pensamiento-sentimiento, intenta tomar distancia de ellos. No te creas todo lo que piensas.
No podemos controlar los pensamientos pero si podemos enfocarlos en una u otra dirección
No es fácil dejar de pensar en algo, si lo intentamos con mucha intensidad, puede tener el efecto contrario.
Si a la noche te viene miles de problemas a tu cabeza, a veces puede ayudar dejar una libreta en la mesilla y escribir esos pensamientos en ella para gestionar todo mejor al día siguiente.
«El mundo es, para nosotros, tal como son los medios que poseemos para asimilarlo» – Alan Watts