¿Alguna vez te has encontrado diciendo sí a algo que realmente no querías hacer? ¿O quizás has dicho no a una oportunidad que podría haber cambiado tu vida? Estas situaciones son comunes en nuestro día a día, y a menudo nos encontramos debatiendo internamente sobre si deberíamos decir sí o no.
Últimamente he leído a algunos divulgadores haciendo publicaciones sobre por qué decir siempre que sí, y a otros de por qué decir siempre que no.
En esta entrada, exploraremos por qué decir siempre que sí o siempre que no, no es necesariamente la mejor opción y cómo encontrar un equilibrio puede ser la clave para una vida más satisfactoria y plena.

Dí que SI siempre a todo
Voluntad de poder
Según Nietzsche, la voluntad de poder es la fuerza vital que impulsa a los seres humanos a buscar la superación de sí mismos, a crear y a afirmarse a sí mismos. Decir siempre que sí puede ser una forma de afirmar nuestra voluntad de poder al abrirnos a nuevas experiencias y oportunidades. Además, desde una perspectiva ética, decir siempre que sí puede ser considerado como un acto de generosidad y apertura hacia los demás, lo que puede fomentar la cooperación y el crecimiento común.
Amabilidad y sociabilidad
Las personas que dicen siempre que sí pueden ser vistas como complacientes y deseosas de complacer a los demás.
Liberación de dopamina
La dopamina es un neurotransmisor que se libera cuando experimentamos placer y recompensa, y decir siempre que sí puede activar esta respuesta. Sin embargo, también es importante señalar que la liberación constante de dopamina puede llevar a una disminución de su efecto y una búsqueda constante de nuevas experiencias para sentir ese mismo placer y recompensa.

Por qué decir siempre que sí:
- Abre oportunidades para nuevas experiencias y aprendizajes.
- Puede ser un acto de generosidad y apertura hacia los demás.
- Puede fomentar la cooperación y el crecimiento común.
- Puede generar un sentido de satisfacción y recompensa.
- Puede ser considerado como un acto de amabilidad y sociabilidad.
- Puede ayudar a construir relaciones más fuertes y significativas.
Dí que NO siempre a todo
Establecer límites y mantener nuestra propia integridad
Según Immanuel Kant, debemos tratar a los demás como un fin en sí mismos, no como un medio para alcanzar nuestros propios fines. Decir siempre que no a situaciones que violan nuestra integridad puede ser visto como un acto de respeto hacia nosotros mismos y hacia los demás.
Asertividad y autoafirmación
Desde la perspectiva de la psicología, decir siempre que no puede ser visto como un rasgo de personalidad asociado con la asertividad y la autoafirmación. Las personas que dicen siempre que no pueden ser vistas como seguras de sí mismas y capaces de establecer límites saludables. Además, decir no también puede ayudarnos a priorizar nuestras propias necesidades y objetivos.
Decir que no es una cuestión de autorespeto.
El no libera ayuda en que puedas tener una vida sencilla.

Por qué decir siempre que no:
- Ayuda a establecer límites y mantener nuestra propia integridad.
- Puede ser un acto de respeto hacia nosotros mismos y hacia los demás.
- Nos permite priorizar nuestras propias necesidades y objetivos.
- Puede ser necesario para mantener nuestra salud mental y bienestar.
- Puede ayudar a evitar situaciones de riesgo o peligro.
- Puede ayudarnos a evitar sentimientos de resentimiento y agotamiento en nuestras relaciones.
Dí siempre … DEPENDE
Como seres humanos, a menudo tendemos a caer en la trampa de pensar que debemos decir siempre que sí o siempre que no en nuestras vidas. Sin embargo, lo mejor suele estar en los matices y en encontrar un equilibrio entre ambas opciones.
Decir siempre que sí puede llevarnos a perder nuestra propia identidad y bienestar, mientras que decir siempre que no puede llevarnos a perder oportunidades y relaciones significativas. Por lo tanto, es importante aprender a decir que sí cuando sea necesario, y también a decir que no cuando sea lo más apropiado. Al encontrar este equilibrio, podemos encontrar una mayor felicidad, satisfacción y éxito en nuestras vidas.
En otra entrada podemos hablar de como tomar mejores decisiones para elegir cuando decir que si y cuándo que no, y en los sesgos cognitivos que hay detrás, como el síndrome del salvador o el sesgo de negatividad.
Termino con un texto de David Foster Wallace, hablamos de él hace poco en la entrada de «esto es agua«, creo que complementa bien esta entrada.
“Tengo treinta y tres años y la impresión de que ha pasado mucho tiempo y que cada vez pasa más deprisa. Cada día tengo que llevar a cabo más elecciones acerca de qué es bueno, importante o divertido, y luego tengo que vivir con la pérdida de todas las demás opciones que esas elecciones descartan. Y empiezo a entender cómo, a medida que el tiempo se acelera, mis opciones disminuyen y las descartadas se multiplican exponencialmente hasta que llego a un punto en la enorme complejidad de ramificaciones de la vida en que me veo finalmente encerrado y atrapado en un camino y el tiempo me empuja a toda velocidad por fases de pasividad, atrofia y decadencia hasta que me hundo por tercera vez, sin que la lucha haya servido de nada, ahogado por el tiempo. Es terrorífico. Pero como son mis propias elecciones las que me encierra, me parece inevitable: si quiero ser adulto, tengo que elegir, lamentar los descartes e intentar vivir con ello”