Pensemos en toda la información que hay en la sala en la que te encuentras ahora: las ondas electromagnéticas del espectro visible que podemos ver, las ondas acústicas que podemos oír, la temperatura que podemos sentir, … y toda la información que no podemos percibir a través de los sentidos también (las ondas de radiofrecuencia que utiliza tu teléfono móvil, los rayos cósmicos que vienen del espacio, … ). Imagina toda esa información.

Si nos preguntamos cuánta cantidad de información es mi organismo capaz de recibir, de captar a través de los sentidos, siendo generosos podemos decir que mi cerebro solo es capaz de captar un 5 % de la información que tenemos alrededor nuestra.
Por otro lado, el 90% de los procesos que ocurren en nuestro cerebro son procesos inconscientes, de esto hemos hablado muchas veces a la hora de explicar los sesgos cognitivos. Nuestro cerebro no es capaz de procesar los miles de pensamientos y realiza la mayoría de procesos de forma automática, nosotros no podemos acceder a esos procesos de manera voluntaria.
Por lo tanto, yo de este 5% de información que mi cerebro es capaz de captar tengo acceso consciente a aproximadamente un 10% de esa información.
Estamos hablando de un 0.5% de toda la información que nos rodea, eso es lo que usamos para determinar nuestras acciones. Todo el tiempo mi cerebro está dejando el 99.5 % de información de lado.

Esta información nos viene bien para desconfiar un poco de nuestras respuestas, no creernos que lo sabemos todo.
Gracias a la ciencia y sus dispositivos podemos acceder a parte de ese 99.5 % de información que nuestro cerebro no puede acceder.
