«Aprendí muy pronto la diferencia entre conocer el nombre de algo y saber algo». Richard Feynman
Feynman fue un divulgador entusiasta de la física a través de libros y conferencias.

En casa teníamos la enciclopedia Britannica y desde que era un chaval solía sentarme en el regazo de mi padre pare que me leyera sobre algo de la enciclopedia. Entonces leíamos, pongamos, sobre dinosaurios, y podíamos hablar del brontosauro o del tiranosaurio, y mi padre me leía algo así como «Este animal mide 7,5 metros y su cabeza mide 1,8 metros». Entonces se detenía y me decía: «Parémonos a pensar qué es lo que significa esto exactamente. Esto significaría que si este animal se pusiera de pie frente a nuestra casa sería lo suficientemente alto como para poner su cabeza a la altura de nuestras ventanas, pero su cabeza no podría meterse por la ventana porque sería demasiado grande para poder hacerlo sin golpear en el marco de la misma».
Todo lo que leíamos lo traducíamos lo mejor posible en un tipo de realidad de tal modo que pudiera aprender algo sobre aquello que leía. Siempre que leía algo intentaba imaginarme qué era lo que realmente significaba. O sea, que se puede decir que cuando era pequeño me leía la enciclopedia, pero siempre la enciclopedia con una traducción para facilitar el entendimiento.
(…)
Cuando era pequeño, solía ir a las montañas Castkill. Vivíamos en Nueva York, y las montañas Castkill era el lugar al que la gente solía ir a pasar el verano. Cuando mi padre venía los fines de semana, me llevaba a dar paseos por los bosques y me contaba varias cosas interesantes sobre lo que sucedía en los bosques, y otras madres al ver lo que mi padre hacía conmigo convencían a sus maridos de que hicieran lo mismo con sus hijos, después de que mi padre se negara a llevar a los hijos del resto de padres a hacer algo que podían hacer ellos.
Así que, el lunes siguiente cuando todos los padres se habían marchado al trabajo, todos los chicos estábamos jugando en el campo y un chico se acercó a mí y me preguntó «¿Sabes qué tipo de pájaro es ese?» a lo que yo contesté que no tenía ni la más mínima idea. Entonces, señalando al pájaro me dijo «Este pájaro es un petirrojo, ¿acaso tu padre no te dice nada?» pero la realidad es que mi padre me había dado otra visión totalmente distinta. Al ver ese pájaro días antes, me había dicho «¿Ves ese pájaro? Es un petirrojo, pero en portugués es un pisco-de-peito-ruivo, en inglés es un European Robin, en alemán es un Rotkehlchen, etcétera. Ahora, Tú sabes en todos los idiomas que quieras el nombre de ese pájaro, pero cuando hayas terminado con ello, en realidad no sabrás absolutamente nada sobre el pájaro. Simplemente sabrás algo sobre personas en distintos lugares y cómo llaman ellos al pájaro. Ahora, miremos atentamente a ese pájaro y aprendamos algo de él»
Richard Feynman – Entrevista BBC, 1981

Saber VS Sentir que sabemos
Existe diferencia entre “saber” y “sentir que sabemos”
Existe evidencia científica que sugiere que las sensaciones de conocimiento, corrección, convicción o certeza no son conclusiones deliberadas con estructura lógico argumentativa, ni elecciones conscientes. Son sensaciones mentales que nos suceden en distintos momentos.
La sensación de conocimiento es una emoción, no una cognición.
Hay que distinguir entre el conocimiento “sentido”, como las corazonadas y los sentimientos viscerales, y el conocimiento que surge de las pruebas empíricas o del razonamiento riguroso. Cualquier idea que no haya sido o no sea capaz de ser probada independientemente debe considerarse una visión u opinión personal.
Conclusión
Muchas veces nos centramos en averiguar el verdadero nombre de las cosas, pero el hecho de poder poner nombre a esas cosas no nos garantiza saber lo que realmente son. En realidad, el conocer qué es algo, no tiene absolutamente nada que ver con el ser capaz de ponerle un nombre.
Debemos ser capaces de describirlo, de comprender su funcionamiento, su entorno y todo lo que podamos aprender.
«Te equivocas, Simplicio; debías decir que todos saben que se llama gravedad. Pero yo no te pregunto por el nombre, sino por la esencia de la cosa» – Galileo Galilei
